Hoy vamos a hablar de un tipo de marketing en concreto y no, no estoy pensando en el 2.0 que sé que es en lo que habéis pensado todos. Os voy a hablar del marketing relacional y, en concreto, de esta empresa de marketing relacional en Madrid que está creciendo a pasos agigantados gracias a su trabajo y su efectividad.
Os hablo de Dicendi, una agencia consultora de marketing estratégico y operativo que entienden el marketing responsable como una filosofía de negocio por la que una empresa debe centrar siempre sus objetivos en la satisfacción de los consumidores y clientes, siguiendo valores éticos. Cada día crece más y tiene más clientes y eso es gracias a su gestión y la profesionalidad de sus trabajadores.
El marketing relacional es una apuesta segura porque sin fin es, y siempre será, generar relaciones rentables con los clientes. Este tipo de marketing parte del estudio de comportamiento de los compradores con base en el diseño de estrategias y acciones destinadas a facilitar la interacción con los mismos y brindarles una experiencia memorable. Para que podamos entenderlo mejor hace una comparación: mientras que la publicidad intenta vender un producto y su trabajo finaliza cuando conseguimos que el usuario realice la compra, el marketing relacional busca que ese usuario se convierta en un cliente satisfecho y asiduo que recurre a esa empresa siempre que tiene ocasión.
Cuanta mayor clientela consiga una empresa menor posibilidad tiene de quebrar porque son esos clientes fijos los que le aportarán unos ingresos fijos y, el resto, los nuevos clientes o los esporádicos, son un extra.
Aunque pueda parecer un símil un poco burdo os voy a contar el caso de una tía mía que tiene montada una peluquería de barrio que le funciona realmente bien.
Hace poco cogió a una chica en prácticas con la que mantuvo una conversación que denotaba el poco mundo que tenía vivido la joven, lo cual es bastante normal claro está. La chica le aseguró a mi tía que ella quería montar su propia peluquería en el centro, con una decoración muy moderna que atrajera a los más jóvenes para poder dedicarse a ellos: a realizar peinados modernos, a bodas y eventos, a cortes muy “cool”, etc. porque las personas mayores que jamás cambiaban de peinado la aburrían. ¿Sabéis que contestó mi tía a eso? Pues que las personas mayores tienen costumbres, y una de ella es ir a peinarse todas las semanas y hacerse la permanente una vez al mes, o el tinte, o las mechas… etc. mientras que las jóvenes tendían a ir a la peluquería una vez al año o en ocasiones especiales y poco más, así que debía pensarse muy bien su idea de negocio y no descartar nada porque serán esas personas maduras la clientela fija que necesita para tener unos ingresos medios positivos.
Al final, tras esta conversación, la joven cambio de opinión y pensó que en su futuro salón de peluquería tendría cabida todo el mundo y estaría enfocado a todas las edades, niños incluidos. Buena elección, ¿no? Pues eso, queridos lectores, es el marketing relacional.